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Selección Atlántico Sub-15 de baloncesto.
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Hansel Vásquez

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Luego de más de una década dormido, el baloncesto despierta en el Atlántico

Un grupo de quinceañeros quieren darle nueva vida a un deporte que le dio gloria al departamento.

Tras once años de ausencia, Barranquilla atestigua nuevamente un campeonato nacional de baloncesto, de la mano de un grupo de jóvenes de 15 años que quieren cumplir uno de los grandes anhelos que tuvieron durante su infancia: poder integrar a la Selección Atlántico.

El golpeteo del balón contra el maderamen, el sonido de la bola estallando contra el tablero, la vibración de la canasta luego de una volcadura, son sonidos que se habían vuelto lejanos en la memoria de los aficionados al baloncesto en el Atlántico.

La verdad sea dicha: el baloncesto en el Atlántico no solo lo dejaron morir, sino que se empeñaron en enterrarlo bajo varias paladas de disputas y egoísmos entre los miembros de una Liga inoperante que fue dejando pasar los años hasta reducir este deporte a su más mínima expresión.

Con jugadas llenas de talentos, los jugadores del atlántico quieren revivir el deporte en el departamento.

Queremos que Atlántico vuelva al sendero de lo que fue hace unos 20 años”, expresó Rubén Seoanes, vicepresidente de la actual Liga de Baloncesto que apenas está tratando de ganar la confianza por parte de los clubes de la ciudad, escépticos luego de tantos años de desazones.

“No ha sido fácil recuperar la confianza de los padres, de los entrenadores y de los jugadores”, agregó el entrenador del equipo, el profesor Hernando Sepúlveda, entrenador del quinteto Sub-15 del departamento que actualmente afronta una competencia nacional en la ciudad por primera vez desde el 2004.

Un sueño desde la cuna

Fueron muchos los años que pasaron, pero el amor por este deporte no cesó, pues algunos ‘quijotes’ decidieron emprender la cruzada para no dejar desaparecer está disciplina mediante sus clubes y escuelas de formación.

Es más, la última competencia se dio cuando los actuales jugadores de la Selección solo tenían cuatro años. Es decir, estaban esperando esto desde la cuna.

“Era difícil ir creciendo y ver a las demás ligas jugar y tener equipos y nosotros nada. No poder estar en una Selección era desesperante”, dijo Santiago Aguirre, alero del equipo, de un 1.85 de estatura y una de las figuras del club Trotamundos. “Esto es una emoción grandísima. Jugar con la Selección es maravilloso”.

“Mientras fuimos creciendo, en especial los que estamos en la categoría 2000, tuvimos esa meta. Al final pudimos tener es selección”, agregó Aguirre.

Un equipo unido y dispuesto a entregarlo todo, así es Atlántico.

Sin embargo, para llegar a los sueños primero hay que trabajar duro. “Fueron 45 días de entrenamientos. Los últimos 15 días a doble jornada, de mañana y noche, porque los chicos tienen clases. Pero antes de eso, tuvieron que pasar un torneo selectivo que organizamos con los equipos de la ciudad”, anotó Sepúlveda.

En ese sentido, Yamil Raad, otro de los jugadores del equipo, perteneciente al club Tiburones, dijo que fue un sacrificio que valió la pena. “Esto es un honor que no tiene mucha gente, y que hace mucho tiempo no pasaba. Ver Antioquia que sacaba Liga y nosotros no era algo que nos molestaba. Por eso decidimos que teníamos que participar en torneos. Fue preparación para hacer la mejor presentación aquí”, aseguró.

Despertando con victorias

Una de las cosas para reconocer a este grupo de jugadores es la forma como afrontan los partidos, en parte por su talento, en parte porque saben que en el maderamen se juegan mucho más que una victoria, pues si quieren encarrilar al baloncesto nuevamente solo lo lograrán con triunfos.

Ganando partidos y haciendo jugadas vistosas, esa es la táctica para darle fuerza al baloncesto.

“Hemos demostrado que estamos subiendo nuestro nivel nuevamente a la par de los equipos a nivel nacional”, agregó el entrenador Sepúlveda, quien se respalda en los resultados que a la fecha suman los ‘albirojos’, con tres victorias y una solo derrota ante el combinado del Valle del Caruca. “Ese día no se dieron las cosas, pero el partido fue muy cerrado”, explicó.

Así, posesión a posesión, driblando todas las sombras del pasado, superando el dilema de una ciudad que no cuenta con un coliseo publico para la practica del deporte, la nueva sangre del baloncesto va ganando terreno para volver a lo más alto, y despertar del letargo que trae consigo el olvido.

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